Sergio

Sergio

miércoles, 22 de abril de 2009

Historias-1


Íbamos a ver a David. Hoy toca de nuevo atravesar la Ruta del Toro.
A través de los cristales del coche se veía pasar todo. La carretera, con sus líneas blancas recostadas sobre el alquitrán. A veces continuas, otras discontinuas, otras con resaltes luminosos, otras dos
juntitas, una continua y otra discontinua... Más allá el campo. Verde, primaveral, inmensamente hermoso por esta fértil tierra del sur de España. Los toros bravos, paseando por las praderas y acariciando las colinas. Miles de arboles frondosos. Y agua. Mucha agua. Agua dulce, formando un plateado charco que refleja el cielo. Y miles de colores. Las flores que alfombran esos campos. Lilas, rojas, amarillas, blancas.
Por un momento pensé en que se sentiría siendo una flor. Me metí dentro de un tallo verde y rodeé mi
carita con pétalos de llamativos colores. Olía muy bien, y el viento me mecía suavemente mientras el sol del atardecer me invitaba a dormitar en medio de la paz de la tarde. Ya no había nada más. Olvidé quien era, solo era una flor.
Oí el zumbar de una abeja, y sentí picores. Aunque no tenía ojos ni podía ver, supe que eran pulgones que
pastaban por mi largo cuello. Tampoco podía ver el paisaje que me rodeaba, porque no tenía ojos. Aunque entonces me dije: No tengo ojos porque ahora soy una flor. Pero si soy una flor no tengo cerebro, ni conciencia, así que tampoco puedo estar pensando esto. Luego no soy una flor. Debo de estar soñando. Pero entonces, algo me tapó el sol de repente. Sentí una tremenda agitación y como me arrancaban de cuajo del tallo. Supe por un instante que estaba en la boca de una vaca que iba a comerme. Quise gritar pero entonc.........................
-La verdad es que la hierba está deliciosa estos días, -pensó la vaca. -Tengo que aprovechar ahora, antes de que llegue el verano y se seque todo.
-Vaya, lo que no me gusta nada son estas
florecitas amarillas que crecen entre la hierba-y mientras estornudaba añadió-¡¡que asco!!

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