Sergio

Sergio

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Esperanza

Esperanza. Como tu nombre.
Me parece extraño, aun sumido hasta el cuello en mi pesimismo y mi angustia, animar a nadie a tener esperanza.
Pero es así.
Cuando sientes que le han arrebatado lo que ningún ser humano que merezca llamarse así quitaría a un niño, aun puedo desear que tengas esperanza, que tengamos esperanza. Como tu nombre. Como lo que a ratos yo mismo intento abrigar en mi alma.
Ya han anidado miles de veces en nuestras mentes todo lo malo que tememos que nos traiga el futuro. Hemos temblado temiendo las cosas que estamos seguros de que la vida nos robará, de lo que la gente nos clavará sin piedad en nuestro dolorido corazón. Y pensando que todo puede ser aun peor de lo que imaginamos, a menudo no dejamos espacio para la buena suerte, para la ilusión, para la confianza, para la esperanza.
Es verdad que todo puede ser aun peor. Pero al menos ahora, en este momento quiero sacudir la cabeza y darle una oportunidad al futuro. Quiero soñar, aunque sea un momento. Aunque sea despierto. Aunque mañana llore desconsolado en el hombro de cualquiera que no rehuya mi pena, que no me mire con lastima, o se sienta incomodo como ante un apestado.
Mañana probablemente yo mismo pierda a cada paso la fe y la ilusión. No me lo tengais en cuenta aquellos que me veais hincar la rodilla para recordarme mis palabras de esta noche. Pero dejadme hoy por un momento soñar, y pediros que os unais esta vez a mi sueño.
Mañana puede ser el día de Sergio, de Jesús, de Javier, de Luis, de Raúl, de cualquier otro.
Mañana puede volver a ser feliz, a decir una palabra nueva, a sonreír mas a menudo que el día anterior. Mañana pueder jugar con otros niños, comer solo, compartir sus pensamientos, saltar con los pies juntos, pedir ir a cine, reirse con una broma o mejor aun, de un chiste.
Mañana puede encontrar una mano amiga, un ángel terrenal que amortigue su caída tras un nuevo tropezón, un corazón que guíe sus pasos.
Tal vez sea pasado mañana. Y mañana tengamos que soportar una nueva pequeña herida.
Pero nos levantaremos. Cerraremos los ojos, apretaremos los puños, cogeremos aire con fuerza para llenar los pulmones, y seremos una fuerza implacable de la naturaleza. Un huracán que arrastra, una leona defendiendo sus cachorros.
Como tantos de vosotros que ni siquiera sabéis que existo, mañana, por una sonrisa de Sergio merecerá la pena seguir luchando. Y como dijo Becquer, por un beso... ¡yo no sé que te diera por un beso!

No hay comentarios: